lunes, 15 de septiembre de 2008

Quitar la venda de los ojos y de la mente, enseña a ver, a pensar y mejorar la vida.
Entender la vida en mayúsculas
La mayor parte de la población del planeta sabe leer y escribir. Aunque uno de cada cinco adultos en el mundo, alrededor de 774 millones de personas, carece de estas habilidades básicas. Hay 35 países en el mundo, 19 de ellos en África, donde el analfabetismo alcanza niveles del 50% de la población. En la Argentina, el 3,6% de las personas mayores de 15 años nunca recibió educación alguna.

Según la Real Academia Española el “analfabetismo” se define como “la falta de instrucción elemental en un país, referida especialmente al número de sus ciudadanos que no saben leer”. Ahora bien, si se busca el significado de “ciudadano” se encontrará: “habitante de las ciudades o de Estados modernos como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país”.
Un “ciudadano”, puede y debe ejercitar sus deberes y derechos en tanto y en cuanto tenga conocimiento de los mismos; deberes y derechos que puede encontrar en la Constitución de su país con sólo leerlos y comprender el significado de los mismos para ponerlos en práctica. Pero hay que tener en cuenta las características de un analfabeto, y determinar hasta qué punto puede calificárselo como un ciudadano de puño y letras.
El Director del Instituto de Educación de la Unesco, Adame Ouane, afirmó en la Conferencia Regional para América Latina y el Caribe sobre Alfabetización, que el analfabetismo en esas zonas es ya un problema residual. La meta de la Unesco es que entre 2003 y 2012 se haya reducido en el mundo el analfabetismo en un 50%, pero queda "un largo camino por recorrer", aseguró Ouane.
En el marco de la Década de la Alfabetización declarada por las Naciones Unidas, el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología puso en marcha el Programa Nacional “ENCUENTRO” de Alfabetización y Educación Básica para Jóvenes y Adultos. “Tenemos al chico que quiere terminar séptimo grado para tener el título y también tenemos a la viejita quechua que quiere aprender a leer y escribir”, explicó Laura Angelilli, de 27 años, docente de grado que trabaja en la Villa 20 de Lugano como alfabetizadora del programa nacional. El plan está dirigido a todas aquellas personas, jóvenes y adultas analfabetas, mayores de 15 años, incluyendo a la población de los servicios penitenciarios. “La particularidad de este programa es que se fundó en el año 1983, con un panorama muy distinto al de hoy, iba a durar uno o dos años, como emergencia, pero después siguió, y el tema es que quienes trabajamos ahí debemos renovar nuestro contrato todos los años, porque sino el programa no tiene su razón de ser. Si es algo instituido y fijo quiere decir que el analfabetismo también, y esa no es la idea de un programa así”, añadió Laura del programa del ministerio.
En el país, sobre un total de 26.012.436 personas mayores de 15 años, el 3,6 % no recibió instrucción alguna, el 14,2% tiene el primario incompleto y el 20,8% no terminó el secundario. Y esto pese a que la ley Nacional de Educación obliga al Estado a proveer “educación integral, permanente y de calidad para todos los habitantes de la Nación, sin distinción de género, garantizando la igualdad, gratuidad y equidad”.
Yo sí puedo, es uno de los programas de alfabetización en la Argentina. Surgió a través de la iniciativa de tres docentes que conocían su desarrollo en Cuba y lo trajeron en mayo del 2003 para hacer una prueba piloto con analfabetos de Tilcara, El Bolsón y con movimientos piqueteros de la provincia de Buenos Aires. Hoy, después de crear la Fundación, Un Mundo Mejor es Posible (UMMEP) Argentina, ya cuenta con más de 500 centros de alfabetización y está presente en 11 provincias donde hay un coordinador, ya sea cubano o miembro de esa Fundación. “No hay democracia posible si no hay un pueblo culto con capacidad de comprensión y de análisis. No se trata sólo de leer y escribir, si no comprender lo que se está leyendo y opinar al respecto”, sostiene Claudia Camba, una de las tres docentes que trajo el programa al país y presidenta de UMMEP.
El pertenecer a la categoría social analfabetos no conlleva necesariamente a la conciencia de ello. El analfabeto es para sí mismo un trabajador, un miembro de una familia, de una comunidad, de un país, sujeto a leyes y autoridades como los demás ciudadanos. "En realidad, para mí esto es normal, no sé si es un problema. Estoy acostumbrada a pedirle a mi marido que lea y que firme las notas de mi hijo. Los carteles con palabras cortas los entiendo, los sé de memoria, por ejemplo el de Coca Cola ya sé que dice eso”, revela Paulina, peruana de 35 años que se radicó en la Argentina hace una década y trabaja en una casa de familia.


Yo sí puedo, educando en la provincia de Córdoba
Cristian Grau tiene 37 años y vive en Córdoba capital. Es uno de los 3 millones y medio de jóvenes y adultos argentinos que no terminaron la escuela primaria. Decidió volver a la escuela luego de haber participado de un curso de alfabetización del Programa de la Fundación, Un Mundo Mejor es Posible (UMMEP) Argentina: “Esto me da un empujón para quitarme la venda, para volver al colegio y retomar los estudios, porque me costaba mucho escribir”, cuenta.

Tilcara es uno de los pueblos adonde llegó el Yo sí puedo en 2003 y para ese momento había 900 analfabetos que vivían en los barrios urbanos, suburbanos y los valles jujeños. Dos años más tarde, el número se redujo en 463 y, el año pasado, fue declarado el primer municipio del país libre de analfabetismo.
Hoy, siglo XXI, en la Argentina hay 961.632 analfabetos puros, según el último censo nacional del INDEC del 2001.

1 comentario:

Patricio E. Gazze dijo...

natu:
seguro contactame.
patogazze@hotmail.com
patriciogazze@gmail.com

no se si te servira de algo pero a tu disp!!
gracias

Pato